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Fue a finales de diciembre del año pasado cuando la Organización Mundial de la Salud se pronunció acerca de un extraño mal que atacaba los pulmones y que hacía que los alveolos, los pequeños sacos donde el oxígeno pasa del aire a la sangre, se llenaran de agua. Nadie llegó a pensar en ese momento de se trataba de una enfermedad que cambiaría el rumbo del planeta.

Los enfermos que empezaron a ser internados en el Hospital Zhongnan de la Universidad de Wuhan, en la provincia de Hubei, provocaron la curiosidad de la comunidad médica. Si bien el 22 de noviembre de 2019 se identificó la primera persona infectada, tuvieron que pasar otros dos meses más para saber de qué se trataba la enfermedad ocasionada por un virus.

Para el 15 de diciembre, ya eran 27 pacientes a los que se les había diagnosticado la enfermedad y la llamaron covid-19, aunque muchos se referían a ella como el coronavirus. También se determinó que todos los infectados tuvieron contacto con vendedores de animales vivos del mercado mayorista de mariscos de la ciudad.

Pero a finales de ese mes, la cifra se multiplicó por 14. Por esta razón, el mercado de mariscos Huanan, en la ciudad de Wuhan​, fue clausurado por las autoridades el primero de enero de 2020, con la casi certeza de que ese lugar fue la fuente de origen de la enfermedad. Sin embargo, el primer paciente conocido no tenía conexión con el mercado, ni tampoco más de un tercio de los casos en el primer grupo de los casi trecientos infectados.

Además, el mercado no vendía murciélagos.


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